miércoles, 27 de julio de 2011

TRIBUTO A BUKOWSKI

Mi última lectura del año en la capital de Guatemala sólo podía ser en la Alianza Francesa.  Llegué tarde, con un litro de cerveza y un octavo de quezalteca guardado en el maletín de mi laptop. Ni un centavo en la bolsa más que el gusto por saber que iba a pasar. Sin vergüenza, sin miedo, pero con el amor a flor de piel por uno de los fenómenos que siempre me van a conmover: la poesía incierta de esos que se creen magos o relatores de inventos. Estaban algunos a media luz, bebiendo del buen vino de la Alianza. Me pareció hasta una indiscreción entrar sin apoyar su silencio, soy caribeño y como tal llevo el grito y el relajo en las manos y en la boca. Pero nada. Saqué los poemas y di las gracias, quien no va decir que me disculpe tres veces y luego vámonos. La lectura en boca de mujeres, eso era lo que quería bukowski creo yo, porque llegaron sólo las elegidas: Anna Cosenza novia de Pablo Bromo; Numa, ahora ya bien conocida en el medio y deslumbrándonos con un poema bizarro que era un relato bastante intenso; Edna Sandoval con unas botas de taquicardia y una boca roja y violenta y perfecta, que descargó los poemas más breves y precisos de la noche. Me gusto mucho la intervención de Marcia de la Cruz que fue eléctrica y expectante: acababa de sufrir un asalto. Sandra Pereira, tengo que relatarlo, me dijo: creo que te van a linchar. Luego de todo yo seguía sin sacar mi litro y Marcia creo que vio a través de mí la sed de humo porque me llevó afuera y encendimos un porro. Yo convide de los ocho cigarrillos huérfanos que llevaba en la bolsa y seguimos platicando de la vida que nos damos. Marcia me halaga, dice que soy impredecible y yo creyendo que estaba completamente solo y loco viviendo en un pueblo donde ni conozco a la gente con la que vivo. Sandra Pereira, con esa habilidad para la reflexión llegó a contarnos algo del escenario.
-          Lester es el único que mete veinte nombres en un evento y sólo para saber quién llega realmente después de todo.
-          En realidad algunos de los nombres están puestos por diversión, nunca le dije nada a Simón Pedroza o a Maya Cu, sin embargo creí que iban a ver sus nombres por algún lado.
-          Pero me contaron que llegaste a una lectura completa y tenazmente ebrio.
-          La gente del medio sólo miran lo de adentro, por fuera iba muy limpio.
 Sandra iba audaz (si me permite y no se enoja), era como si hubiera ido primero al salón antes de llegar. Es elegante en un sentido oral. Bueno, la verdad de todo es que necesitaba ir a la zona uno y ella iba también para aquellos rumbos. Pero antes pasó algo singular. Me leyó, así de frente un poema que ya había leído y yo había oído, pero al leerlo de nuevo, ustedes saben cuando no se puede pestañar ante las palabras y al mismo tiempo dan ganas de cerrar los ojos… leyó el poema que era un diario y yo, bueno, me emocioné.
Una hora más tarde trataba de cambiar el litro (por uno más frio) en Las Cien Puertas, luego de hacer mala cara en Ex – Céntrico luego de encontrarlo colonizado por gente bastante extraña, es decir, diferente. En el pasaje había, como siempre en ese día fatídico de viernes, una fiesta afuera y adentro de cualquier lugar. Pude ver a Benvenuto y a Fernando Poyón y compartir con ellos parte del litro que Sandra, su amiga morena y yo compartíamos a boca de jarro. Todo hubiera seguido bien si nadie se hubiera movido pero llegó la Fortuna y el tiempo es tiempo y se larga.
Tres horas después estaba platicando con Cecilia Dougherty camino a casa en Ciudad Vieja, viendo las luces reflejadas de su auto en el asfalto y con otro litro providencial bajando a cada sorbo. Después de todo solo tenía una duda: Bukowski. Sus libros los ignoro. Me gusta mucho más la literatura francesa o las sopas latinoamericanas, pero ahí estaba el símbolo del Azar. Última lectura, último riesgo, un poema ardiente al oído, una amiga que me lleva a casa y un litro de cerveza mezclada con el olor profundo de la noche húmeda de Sacatepéquez.
Guatemala 26 de Julio
Café Sky, Antigua G.

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